El monasterio de Rumtek, también cerca de Gangtok, en cambio, sí merece la pena. Fue construido para alojar a los monjes de la orden karmapa cuando los chinos destruyeron su monasterio principal en el Tíbet. Está custodiado por el ejército indio debido a disputas entre varias facciones de esta orden budista. La historia es la siguiente... Parece ser que el XVI Karmapa (líder de la secta) murió sin dar las cuatro claves a sus ayudantes (una a cada uno) para encontrar a su sucesor. Por eso la secta se ha dividido y ahora hay dos karmapas: uno en Dharamsala , reconocido por el Dalai Lama y cn el que aparece en fotos, y otro que vive en Kalimpong. En este monasterio se conserva escondido un sombrero negro tejido con cabellos de ángeles: el poseedor del sombrero es el verdadero karmapa y dicen que esto justifica el despliegue del ejército para que nadie intente asaltar el monasterio y hacerse con el trofeo.
Al salir de la propia ciudad de Gangtok visitamos un chorten construido para apaciguar a un demonio local que en la década de los 70 andaba propagando epidemias y desastres varios por la zona. Al lado se encuentra el interesante museo tibetano que muestra tangkas antiguos, piezas usadas en rituales de exorcismos y artilugios tántricos con calaveras y fémures humanos que recuerdan la inevitable muerte.
Todas estas historias, a la luz de la modernidad, de los ordenadores, de las prisas, del asfalto, parecen cuentos imposibles pero viendo sus paisajes verdes y montañosos, uno entiende que Sikkim fue un reino con un rey con corona y sin zapatos que vivía en un palacio por debajo de los monjes, que lucharon con otros reinos tan importantes como Tíbet, Bután o Nepal, que controlaban parte de las rutas comerciales de la Edad Media que luego traían sedas a los palacios de Europa. El día que el rey decidió comprar un helicóptero y vestir a la europea una especie de maldición lo arrojó lejos de sus tierras y Sikkim fue anexionado a la India...
Repasando las notas que tomé en su día y releyendo lo ahora escrito, me doy cuenta de que me contradigo al afirmar que Gangtok no es una ciudad bonita y describo sus calles, sus mercados, sus chortens y su maravilloso museo tibetano. Hay lugares que uno no aprecia a primera vista y que sólo a la luz de las fotos y los recuerdos, aprende a querer.
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